Gn 18,20-32: En atención a esos diez, no la destruiré
Sal 137: ¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!
Col 2,12-14: Cristo les hizo revivir con El
Lc 11,1-13: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá
La 1ª lectura, nos muestra el regateo de Abraham: “tal vez haya solamente 10 justos ¿los destruirás? Dios le dijo: en atención a esos diez no los destruiré”. Es una especie de ruego para conseguir un propósito. Los propósitos que tenemos en la vida están garantizados por Cristo (san Pablo). El Evangelio menciona la oración del Padre Nuestro. Una forma de pedir a Dios…
En la oración hay que confiar e insistir mucho para ser escuchados: pedir, buscar y llamar. Ha de tener estas características.
1. Hay que pedir a Dios, “porque al que pide se le dará”. Por eso digo: “dame, Señor, la sabiduría asistente de tu trono; pon tus palabras en mi boca; y dame un corazón manso y humilde, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento”. ¿Cuál es el mandamiento? El amor. Dice san Agustín: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor”.
2. Hay que buscar a Dios, “porque el que busca encuentra”. En España, una buscadora de Dios, me enseñó a orar: “el pasado a tu misericordia; el futuro a tu providencia; el presente a tu amor. Tú sabes, Señor, que lo único que tengo es el día de hoy para amarte y, por Ti, a quienes me has dado”. La señora buscó y encontró a Dios. Un día visité a una mujer. Ella me dijo: “solo me conoce a mí. Yo lo quiero mucho. Solo digo: hágase tu voluntad…”. Ese día dije: “mujer, qué grande es tu fe”.
3. Hay que llamar a Dios, “porque al que llama se le abre”. ¿Se acuerdan de los versos ‘Háblame de Dios’? Dice: “dije al almendro – floreció; al pobre – capa; al sueño – realidad; campesino – labrar; naturaleza – hermosura; amigo – amar; niño – sonrió; ruiseñor – cantó; fuente – brotó agua; mi madre – beso; gente – se amaba; voz – no encontró palabras; dolor – agradecimiento; Biblia – no paró de hablar; a Jesús – P. Nuestro; sol poniente – se ocultó y al amanecer volvió a sonreírme”.
Como ven: orar es pedir, buscar y llamar con confianza e insistencia a las puertas de corazón de Dios para ser escuchados.
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