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DOMINGO XXI - “C”, Potosí - 21/08/22

Is 66,18-21: Vendré a reunir a todas las naciones para que vean mi gloria

Sal 39: Alaben al Señor todas las naciones

Hb 12,5-7.11-13: Para que el rengo no caiga, sino que se sane

Lc 13,22-30: Traten de entrar por la puerta estrecha

La 1ª lectura dice: “vendré a reunir a todas las naciones para que vean mi gloria”. La 2ª es una llamada a la conversión: “para que el rengo no caiga, sino que se sane”. El Evangelio invita: “traten de entrar por la puerta estrecha, pues muchos querrán y no podrán”. Esto implica esfuerzo y no dejar para la última hora. Así hemos de considerar 3 aspectos:


1. Hay examinar nuestra vida para convertirse a Dios. La palabra humilde tiene una prosapia muy rica. Proviene del latín humilitas que, a su vez, viene de humus que significa tierra. Esta está relacionada con nuestra condición humana limitada. San Francisco se examinaba: “quién soy yo ante Ti Señor, sino un gusano y hediondo”. Sentirse pequeño ante la grandeza de Dios.

2. Esforzarse para entrar en el Reino de Dios. Aristóteles dice: “de todas las variedades de virtud, la generosidad es la más estimada”. Eurípides dice también: “para las almas generosas, cualquier ocupación es noble”. ¿Qué hacemos nosotros para granjearnos la amistad Dios? Marmorito sabía el secreto. Colgate también. Un proverbio japonés dice: “dale a un hombre un pescado y comerá un día; enséñale a pescar y comerá toda su vida”.

3. No hacer las cosas a última hora. Generalmente somos gente de última hora. Hasta a la Misa venimos a última hora. Me acuerdo que en el Proyecto OSCAR, un compañero se atrasó y llegó a las 7:08 am. Fue increpado severamente y nunca más se atrasó.

Cultivemos la humildad para procurar nuestra conversión. Realicemos obras para granjearnos la amistad de Dios. No seamos gente de última hora, preparémonos con tiempo para entrar en el Reino de Dios.


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