Eclo 3,17-18.20.28-29: Hijo mío, sé humilde… para obtener el favor de Dios
Sal 67: ¡Señor, Tú eres bueno con los pobres!
Hb 12,18-19.22-24: Ustedes se han acercado a la asamblea de los primogénitos
Lc 14,1.7-14: El que se eleva será humillado…
La 1ª lectura recomienda: “hijo mío, sé humilde… porque Dios revela sus secretos a los humildes”. La 2ª dice: “ustedes se han acercado a la asamblea de los primogénitos”. El Evangelio dice: “el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”. Esto implica ‘cultivar la humildad para procurarse una recompensa’ en el cielo:
1. Vivimos en una sociedad del ‘tener más’. Queremos tener más cosas, poder, dinero, reputación, importancia, etc. Lo cual no debería ser nuestra actitud, pues todo es efímero. Esa idea de tener más nos lleva a ser incoherentes: hablamos a favor de la vida, pero apoyamos a los abortistas; de perdón, pero no perdonamos; oramos para que cese la persecución, pero votamos por gobiernos comunistas; por la familia, pero apoyamos a las ideologías de género y contratamos a los ‘últimos incas’ que en el fondo destruyen la naturaleza de la familia (¿inclusivos?); por nuestros hijos, para que no caigan en la droga y votamos por candidatos narcotraficantes. De nada sirve hablar y orar como cristiano y, a la hora de la ora, promover lo paganos.
2. Vivimos en una sociedad que clasifica por categorías. Clasificamos a las personas en pobres y ricos, citadinos y campesinos, blancos y morenos, buenas familias y los que no, los de tener y los que no, santos y pecadores, etc. Por suerte, dentro de esta celebración, al parecer, no tenemos eso. Ojalá lo sea así. En Cochabamba vi cómo una familia potentada, muy cristiana, le reclamó un puesto en los asientos de adelante. Por tanto:
3. Hemos de cultivar la ‘humildad’, término que proviene del latín «humilitas» que, a su vez, viene de humus que significa tierra. Esta está relacionada con nuestra condición humana limitada. J. Á. Buesa decía: “sólo es grande en la vida aquel que sabe ser pequeño”. Santa Teresa de Calcuta decía: “la humildad abre puertas, la prepotencia las cierra”. Sentirse pequeño ante la grandeza de Dios.
Cultivemos la humildad para procurarnos una recompensa en el cielo. Realicemos obras para granjearnos la amistad de Dios.
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