Ex 17,8-13: Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel
Sal 120: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor
2Tim 3,14-4,2: El hombre de Dios está preparado para toda obra buena
Lc 18,1-8: Dios hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche
La 1ª lectura dice: “mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel”. En la 2ª, Pablo le dice a Timoteo: “el hombre de Dios está preparado para toda obra buena”. En el Evangelio dice Jesús: “Dios hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche”. Esto nos enseña 3 cosas:
1. El ser humano es instrumento de Dios. Ayudar a sobrevivir a otros. Sanando a otros nos sanamos a nosotros mismos. “Ser parte de la solución, no del problema”. Cuando somos “como vasos de misericordia” para otros. ¿Quién entiende el dolor, el divorcio, el cáncer? Aquel que pasó por el dolor, que sufrió, que superó el cáncer. Dios nos rehabilita para que seamos médicos de sanidad. Entonces nos hacemos instrumentos de Dios.
2. El hombre de Dios hace obras buenas. Crosby, quien murió en 1977, hizo más de 50 películas y grabó más de un millar de discos. Le preguntaron a qué se debía su éxito. Él contestó: “Dios me ha bendecido. Trabajo 18 horas diarias. Pero mi éxito más se debe a que yo doy la tercera parte de lo que gano a los pobres”. Obra buena es “criar a un hijo sin tenerlos, verlo salir adelante”; “ayudar con medicamentos”; “visitar a los enfermos, a los que están solos”. Las buenas obras tienen el poder de borrar tus pecados y maldades.
3. El hombre de Dios ora sin desanimarse. Nunca dejes de orar por sentirte sucio, pecador, soberbio, engreído, arrogante; nunca dejes de ir a la Iglesia por eso… Si te equivocas, ve a la Iglesia, no hay un lugar mejor para ir después de equivocarse o haber ‘metido la pata’. La Iglesia es para los que oran sin desanimarse. Pase lo que pase, confían en Dios. Porque “Dios hará justicia a los que claman a Él día y noche”. ¿Estás endeudado, herido, desanimado, dolorido, sin respuesta…? Ve a la Iglesia. ¿Acaso hay otra Iglesia? ¡Somos la Iglesia de Jesucristo! Él te ha escogido, así como eres. Somos pecadores…, pero dispuestos a volver a Dios.
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