Hab 1,2-3;2,2-4: El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fe
Sal 94: ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!
2Tim 1,6-8.13-14: Reaviva el don de la gracia que has recibido
Lc 17,3b-10: Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza
La 1ª lectura dice: “el que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fe”. En la 2ª Pablo le dice a Timoteo: “Reaviva en ti el don de la gracia que has recibido”. En el Evangelio dice Jesús: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza…”. Esto plantea considerar 3 cosas en la vida:
1. La fuerza de la fe. Un lunes subí al taxi para ir al cementerio. El taxista parecía un hombre muy feliz. Le pregunté: ¿cómo logró ese espíritu tan optimista? Esto cambió mi vida —dijo. Y me mostró un estuchito lleno de tarjetas: me leyó unas cuantas. La 1ª decía: “si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros”; la 2ª decía: “si tienes fe nada será imposible para ti”; la 3ª decía: “Ánimo, no tengáis miedo. Yo he vencido al mundo”. Y añadió: “con estos mensajes todo me va muy bien”. Así es como el justo vive por su fe. Pero si estás haciendo un despelote de tu vida, no cuentes con Dios.
2. Enfocarse en lo positivo. Se aprende a ser positivo enfocándose en lo positivo. Un día, en Cochabamba, un hombre me dijo: ¡Este mundo está llena de perdición! ¿No te gusta el mundo? Sí —me contestó. Luego dije: Si no te gusta, ¿por qué no te suicidas, en vez de estar hablando pestes para el mundo? El hombre rechifló y se fue. Mejor es enfocarse en lo positivo. Por eso dice Pablo: “reaviva en ti el don de la gracia”. Estar en la gracia es enfocarse en lo positivo de la vida.
3. Desarrollar una gran fe. En Santa Cruz me encontré con un hombre que parecía acabado. ¿Cómo le va? Le dije. Él me contestó: regular, por no decir mal. En realidad, todo anda mal. Le seguí la corriente. ¿Alguien se te murió o está enfermo? No. ¿Se divorció? No. ¿Está enfermo? No. ¿Cómo anda su familia? Todos bien, menos yo. ¿O esta ciudad no te gusta? No, no lo cambiaría por nada. ¿Estás decepcionado de tu religión? No, estoy contento. Pues somos los más numerosos en todo el mundo. No me cambiaría de religión. Entonces…, ¿es verdad que todo anda mal? El H° dijo: Nunca me había puesto a pensar en las cosas buenas que tengo. Olvídelo. Estuve equivocado. Así es como el H° recobró la fe y se derrumbó los muros de la desilusión.
Hermanos: recobremos la fuerza de nuestra fe, enfoquémonos en lo positivo y desarrollemos una gran fe valorando las cosas buenas que Dios nos ha dado.
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