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SANTÍSIMA TRINIDAD - “C”, Potosí - 12/06/22

Dt 8,22-31: Dice la sabiduría: el Señor me creó desde siempre

Sal 8: ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!

Rm 5,1-5: Estamos en paz con Dios, por medio de Jesucristo

Jn 16,12-15: Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad


En la 1ª lectura, “dice la sabiduría: el Señor me creó desde siempre”. Esa sabiduría alcanza

su plenitud en Jesucristo. En la 2ª lectura: “por medio de nuestro Señor Jesucristo estamos en paz con Dios”. En el Evangelio, Jesús dice a los suyos: “cuando venga el Espíritu, les introducirá en toda la verdad”.

Hoy celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, la familia divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cada vez que nos persignamos lo hacemos invocando a la Santísima Trinidad. Hay que hacerlo bien, con respeto, reverencia, devoción y con todo el corazón.

Como dice en la historia de San Agustín y el niño, donde éste le dice al santo: “más imposible es tratar de hacer lo que tú estás haciendo, tratar de comprender con tu mente pequeña la Santísima Trinidad”. Este misterio no necesita ser entendido sino vivido. Hay que “creer para entender” (San Agustín) porque “el misterio ilumina el conocimiento”. Deja que el misterio de tu fe ilumine y verá usted cómo entiende.

Es como el amor de una madre. Uno no necesita analizar el “amor de una madre”; necesita simplemente: “dejarse amar, sentirse amado por ese amor, nutrirse de ese amor”. Ese amor te da seguridad, motivación, alimento, felicidad, alegría, éxito, etc. Y con razón dice un refrán árabe: “Dios no pudiendo estar en todas partes, puso en el mundo a las madres”. Un hombre me dijo: “yo veo a Dios Trinidad en la trinidad terrena: padre, madre (amor) y su hijo”.

Por eso, “todo amor de madre es reflejo del amor de Dios…”. Por ellas experimentamos el amor de Dios, porque Dios es Amor. Y ese amor es incondicional. Dice cierta filosofía: “quédate con la mujer que te cuida cuando estás enfermo; quédate con la mujer que te arrope cuando tengas frío; quédate con la mujer que te ame cuando estés gordo; quédate con tu mamá”. Porque el misterio del amor no hay que entender sino “dejarse amar” y eso basta. Con la fuerza del amor se diluye el egoísmo, la desigualdad, el odio, que no nos deja vivir…


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