Hch 15,1-2.22-29: hemos decidido de común acuerdo enviar unos delegados probos
Sal 66: ¡Que los pueblos te den gracias Señor!
Ap 21,10-14.22-23: El templo de la ciudad nueva es el Dios Todopoderoso y el Cordero
Jn 14,23-29: El Espíritu Santo que les enviaré les enseñará todo
La 1ª lectura habla del 1er concilio de Jerusalén, donde deciden enviar a delegados junto con Bernabé y Pablo. Dice: “hemos decidido de común acuerdo enviárselos a unos delegados, quienes han consagrado su vida a Jesucristo”, decisión que toman después de discernir y reflexionar mucho. La segunda muestra que “el Dios Todopoderoso y el Cordero es el Templo de la ciudad nueva”.
En el Evangelio dice: ‘el Espíritu Santo que les enviaré, les enseñará todo’. Si los discípulos son fieles a su Palabra, el Padre y Hijo habitarán en sus corazones. ¿Qué significa que Dios habita en el corazón humano? Significa que el hombre ha de ser fiel a la Palabra de Jesús, el que lleva la paz de Cristo, el que no tiene miedo de dar testimonio de Él.
1°. Ser fiel a la Palabra de Jesús significa estar dispuesto a gastar la vida por el bien de la otra persona. Tal como me contó mi amiga. Lo que pasa es que andamos frecuentando lugares pecaminosos: karaokes, boliches, fiestas, etc. Así ¿cuándo vamos a ser fieles a las palabras de Jesús? Hay que dejar la costumbre de exponernos al pecado. Tal vez debamos aprender de esta lección: un hombre tenía tres amigos: las riquezas, los amigos y sus buenas obras. A los 3 les pidió que los acompañaran al morir.
2°. La paz que nos da el Señor, no es como la de los políticos. Los políticos quieren imponer la paz por la fuerza. Eso no es paz. Pero san Francisco regalaba todo lo que tenía para alcanzar la paz. El Obispo se inquietó y le preguntó: “¿de verdad no quieres tener nada?”. Francisco contestó: “si tuviera algo tendría que tener también armas para defenderlo”.
3°. En los campos de concentración, esperaban los judíos por turno para ser quemados. Entre los 3 del turno se encontraba un obrero que gritaba angustiado: “tengo una esposa y muchos hijos”. Entonces el P. Kolbe se ofreció para ir al horno en lugar del obrero. Este santo no tuvo miedo de dar testimonio de Cristo resucitado. Lo propio sucedió con P. Luis Espinal, a quien lo asesinaron por decir la verdad.
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